domingo, 6 de junio de 2010

Apartheid a la peruana


Existe racismo dentro de la sociedad peruana en pleno siglo XXI ¿? ,puede un peruano discriminar a otro peruano ¿? ... aqui les subo un articulo interesante,saquen sus conclusiones.



Habían llegado una mañana de Marzo, envueltos en la fantasía de un viaje inesperado. Pero de pronto aquel sueño tanto tiempo acariciado se convirtió en pesadilla. El motivo que eclipsó tanta expectativa era absurdo: ella era europea y blanca, y él peruano y cholo.El cholo en mención es el músico peruano Luis Becerra Celis. Hace dieciocho años se fue a Italia. Formó allí su agrupación de danzas latinoamericanas Takillakta del Perú y se casó con la italiana Valentina del Conte, hasta que decidieron venir al Perú para grabar un DVD. Emocionados con su hija María Shakira de cuatro años de edad (también italiana) pasearon y filmaron por Lambayeque, Puno, Abancay, Arequipa, Nasca,… hasta que llegaron al Cuzco. Allí, como reviviendo el despreciable apartheid sudafricano, Luis y Valentina fueron obligados a viajar por separado a Macchu Picchu.La niña tuvo que ir con el padre. La familia fue dividida “por orden de la empresa”, como les dijo una empleada de PerúRail, la ruta ferroviaria que conduce a la ciudadela perdida de los Incas. Era segregación racial en su rango mas alto y abusivo.

Viaje hecho Vía Crucis

Todo ocurrió el 10 de Marzo del 2007. El músico peruano fue a comprar los pasajes para ir en tren de Cusco a Aguas Calientes. Y en las oficinas de PerúRail ni se inmutaron con la respuesta: “Usted no puede viajar con su esposa en el mismo tren”.“Me dijeron que hay un tren donde solo van peruanos; con un sistema de subsidio – dice Becerra Celis, a través del hilo telefónico, desde Módena, ciudad italiana donde radica-. Teníamos que pagar 60 soles por persona. Luego, hay otro para extranjeros. Ahí el pasaje cuesta 60 dólares. Mi intención era viajar con mi esposa y mi hija juntos, pero todo fue un vía crucis”.Primero buscó que su esposa – pagando los 60 dólares – viajara en el tren “en el que solo van peruanos”. “No pues, esto no se puede”, le dijo la empleada.Después intentó pagar él los 60 dólares y viajar en el tren “en el que van solo extranjeros”. Pero nada. “Ahí los únicos que viajan son los turistas foráneos” le respondieron.¿Consecuencia? Si querían ir a Macchu Picchu, cada uno en ‘su tren’. El cholo y peruano – con su hija incluida – por un lado; la blanca y extranjera por otro. Y al diablo con la familia, los sentimientos y el anhelo del esperado viaje compartido.El músico llegó hasta las oficinas de PerúRail. “Me dijeron que así pagara la tarifa más cara no iríamos juntos. Ni porque le pedí comprensión con mi familia”, cuenta.Hubo que seguir adelante, Valentina viajó en ‘su tren’, que si va directo. Y llegó a Aguas Calientes, dos horas antes que su esposo y su hija. El músico y la niña fueron en el otro, que hace un montón de paradas.“Valentina estaba muy mal por la altura. Ni eso les importó, y en Aguas Calientes, encima, al estar sola la policía la revisó por gusto. Apenas nos vimos en Macchu Picchu un par de horas. Ella salió antes, o su tren la dejaba. El de peruanos es un suplicio; asientos duros y rígidos, demasiada gente, mucha de pie a lo largo de casi cinco horas de viaje…, eso también es discriminación pura. Me parecía mentira, pero en mi propio país al que llegaba luego de varios años, mi familia fue victima de la segregación. Yo lo sentí de la manera mas cruda”, añade Becerra Celis.

Peruano maltrata a peruano

Hugo Neira no quiere ni recordar aquella vez. El actual director de la Biblioteca Nacional también sufrio la discriminación en un viaje por el interior del Perú. “Mi hija y yo fuimos maltratados por los propios peruanos”, dice con vehemencia.Fue en Septiembre del año pasado. Marion, de 16 años, hija de su primer matrimonio, regresaba al país luego de vivir en Francia. Su ilusión: conocer el Perú profundo.Y don Hugo no escatimó gastos. Compró los pasajes más caros en PerúRail en la ruta Cusco-Puno. Ambos debían ir en el cuarto vagón. Sin embargo, por falta de gente, les dijeron que ese vagón no partiría. “¿Y si vamos en el tercer vagón?”, preguntaron ambos con inocencia. “No – les contestaron -, ese vagón ya está lleno”. Neira averiguó y en el tercer vagón había varios asientos vacíos. Pero solo habían turistas extranjeros. Los peruanos – aún con el pasaje más caro en mano – no podían viajar con ellos. “Todos eran empleados peruanos – agrega -. Mi tesis es que el peruano maltrata a su propio coterráneo. Hice un escándalo de proporciones. Grité a todo el mundo, los amenacé con serias denuncias y ahí recién accedieron. ¿Porqué el trato al peruano es distinto?”

El delito de ser indígena

Ella jamás lo imaginó. Creyó que en el Perú el trato sería el mismo que en Ecuador. Sin embargo, Rebeca Llasag, responsable de Comunicaciones de Ecuarunari, organización indígena de Ecuador, se llevó en Lima la impresión más desagradable de su vida.Había llegado invitada por la ministra de la Mujer y Promoción Social para un congreso sobre la mujer indígena.El 5 de Marzo del 2007 se hospedó en el Hotel María Angola. Dos días después decidió dejar el hotel. Quería estar más cerca del Museo de la Nación, lugar del evento. Pero cuando canceló lo adeudado y entregó las llaves le dijeron: “Ud. No se puede ir hasta que verifiquemos que nada falta en la habitación. Es una orden”.“Me sorprendí – revela Llasag -. ¿Verificar qué?, le dije. Pasaron diez minutos y no me dejaban salir, como si fuera una ladrona. Solo por un amigo que llegó al hotel, se solucionó el problema. ¿Por ser mujer? No, lo hicieron porque soy indígena, eso dije en mi exposición, he viajado por todo el mundo y nunca me pasó eso. En el Perú hay segregación racial, algo que en Ecuador no ocurre. Es una lástima que aquí subsistan estas prácticas”.

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